lunes, 1 de noviembre de 2010

¡¡Que Hospitalidad!!(Fragmento)

empesamos el blog con un fragmento de un relato de un amigo mio 


Escuchaba cristales rotos en mi cabeza, la coraza de mi piel abierta, y el liquido corriendo por mi cara, mientras que sentía a mi ser abierto por el abdomen, manos y cara. Mientas a su ves me esculcaban mis bolsillos sin lograr obtener nada.
Escuche una sirena, pisadas veloces a la vez que me incorporaba, me sentía jodido, camine unos pasos, y no paraba de sangrar de la cabeza, utilicé mi camisa para hacer presión en la herida de la cabeza, aunque no ayudo de mucho, me acerque al oficial de policía que al parecer su simple existencia salvo mi vida.
En escasos minutos llego una ambulancia, subí al vehículo y el paramédico comenzó con mis manos, que al observar, parecía sacada de una película de gore barato, podía ver la carne y mis articulaciones del dedo gordo, morbosamente movía mi dedo para ver más, y cómo funcionaba la cosa, en la mano izquierda podía ver mis nudillos, era asombroso como ese pequeño hueso que a la vista era inofensivo, podía abrir una ceja en cuestión de una buena puntería al lanzar un puñetazo como bola de cañón. Tuve una sensación asquerosa, ganas de vomitar, mareo y el mundo comenzó a cerrarse… Al despertar seguía en la ambulancia con una venda alrededor de mi cabeza, yacía acostado sobre la camilla donde quizá alguien murió, y ahora quería llevarme con él.
Me trasladaron a la clínica 8, donde al llegar la camilla salió como ratero atravesando pasillos dentro del hospital, donde después de atravesar todo un laberinto de pasillos la camilla entro en un cuarto, me vi rodeado de batas blancas, camisas azules y una extraña sensación de seguridad y un inmenso asco a mi mismo por sentir aquella confianza hacia esas personas.
Sentí como mis tenis fueron deslizados de mis pies, despojándome de mi deplorable calzado, y escuche como la bata blanca sugirió cortar mis pantalones para quitármelos, unos pantalones de mezclilla que eran mis favoritos color azul marino, realmente gastados de la bastilla, Me negué rotundamente a que los cortaran y asi arruinarlos para siempre, así que yo mismo me quite los pantalones alzando mi cadera sobre la camilla, y bajándomelos y con ayuda de una camisa azul pudieron sacarlos sin problemas, pero mi camisa no tuvo tanta suerte. Una vez desnudo, Bata blanca dio órdenes de que limpiasen las heridas de mi cuerpo, trajeran el kit de suturas, y que me sedaran.
Bata blanca con gran puntería comenzó a suturar mi carne herida, el sedante intravenoso me hizo sentir borracho, pero mas consiente que si lo estuviera, trato con gran delicadeza mi herido cuerpo, y en cuanto pude voltee la mirada y vi un rostro joven de unos 30 años facciones delicadas y unos ojos compasivos, brillantes, llenos de vida. No estaba seguro si fue el sedante o realmente aquella bata blanca poseía un rostro y toque de ángel, pero sentía seguridad de que ella fuera quien trataba mis heridas. A pesar de estar sedado, Le pregunte a Bata blanca.
-Usted es casada?
- Por que la pregunta, respondió
- ¡¡¡Es que yo si le pongo casa y coche doctora!!!
A La vez que sentí un punzante piquete en una herida de mi culo, la doctora solo respondió:
- No estás tan mal he, mientras una pequeña risa salía de sus labios después de su respuesta a mi insinuación.
Decidí cerrar mi boca y esperar, Bata blanca ordeno a una camisa azul que me colocasen una sonda, sin idea de que era decidí esperar, y solo sentí como la enfermera introducía una larga manguera en mi pene, provocando una gran molestia en mi miembro y orgullo.

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